lunes, 10 de octubre de 2011

Para reír, primero debes haber llorado.

Si te avergüenzas de las lágrimas, es que tampoco sabes reír. Para apreciar la felicidad, tienes que haber sufrido la tristeza, porque no hay sonrisas sin lágrimas, igual que no hay luz si primero no ha habido oscuridad. Llora, desahógate, porque así luego las risas suenan más verdaderas. Y recuerda siempre que nacimos llorando, y moriremos sonriendo.