lunes, 21 de marzo de 2011

Dalhimen.

- La música alegre ya ni siquiera me provoca placer: sólo me siento acorde con los días de lluvia y veo que no voy a ninguna parte. Hace días que mi humor se alterna en tristeza e ira y mi estado se basa en no dejar de pensar o en no poder ni hacerlo. Rubén, necesito ayuda.

Diario de una chica sin nombre:

Lo mejor de mi vida eres eras tú.


Hoy, me he parado a pensar en quién es la persona más importante de mi vida. Pero me he dado cuenta de que cada día me parece una persona distinta: hace dos meses, lo tenía claro; tras unas semanas, cambié de opinión; ahora no estoy segura. Pero sé algo: sé quienes han sido muy importantes, y entre esas personas puedo diferenciar a dos tipos: las que, aunque en algún momento se separaron de mí, sigo queriéndolas, y las que se marcharon y no han vuelto. Y entre aquellas a las que sigo queriendo, hay una muy especial: alguien a quien sería imposible olvidar nunca. Alguien que significó muchísimo.
Y aunque tengo a otra persona que me sigue sujetando cada vez que algo va mal, que me da todo lo que puede, y que me demuestra que me quiere tanto como yo a ella, ha llegado a estar igualada a la anterior.
Pero entre ellas hay una diferencia muy grande: una me ha decepcionado; la otra no lo ha hecho nunca.
Es por eso que ahora ya no es la más importante de mi vida, aunque eso no significa que no lo fuera por un tiempo.
Mientras tanto, me quedaré con aquella que nunca me ha dado la espalda.




[Idea foto: Lo mejor de mi vida eres tú, Ricky Martin]

viernes, 18 de marzo de 2011

"Houston, tengan compasión"

Puedes estar convencido de la hipocresía, estupidez o el egoísmo ajenos, y de esa forma es como si te sintieses superior. Pero, ¿qué ocurre cuando te das cuenta de que el error es tuyo? Vaya, te has caído al suelo. Cuánto sientes haberte tapado los ojos y haber fingido no saber qué pasaba...

Título por la canción 'Houston tenemos un problema', Love of Lesbian

De la noche a la mañana.

De un día para otro, tu vida puede dar un giro vertiginoso. Aquellos que significaban el 95% de tu existencia pueden desaparecer, pueden acuchillarte. Tus placeres pueden convertirse en tus miedos, y tus sonrisas pasan a ser muecas de tristeza o ira. El amor puede convertirse en desamor, en odio o depresión y las razones por las cuales vivir pueden ser escasas.
De un día para otro, tu vida puede lanzarse por un acantilado...


viernes, 11 de marzo de 2011

Estamos pendientes de un hilo.

Palabras. Duelen, animan, destruyen, admiran. Tu realidad se ve alterada por simples conjuntos de sonidos, y todo puede echarse a perder o superarse gracias a ellos. Así son los humanos: frágiles, inteligentes, pero también estúpidos. Diferentes a muchos otros seres vivos. Los pájaros construyen sus nidos, aprenden a volar, viajan lejos y mueren. Y aunque vuelan en grupo, no están unidos. Nosotros, los humanos, estrechamos más los lazos afectivos: nos afectan las relaciones, nos duelen las pérdidas y nos hacen llorar las rupturas. Nuestras vidas pueden llegar a depender de otro humano, y no podemos vivir sin su contacto. De ciertas personas pende nuestro humor, nuestro futuro y nuestro amor. Y también de ellos dependen nuestras lágrimas. Y recordemos que no es cobardes llorar, si no ocultar hacerlo.
Nuestra felicidad está sujeta a muchas condiciones, y nuestra tristeza está detrás de cinco de cada diez puertas que podemos escoger.
No es de intelectuales reflexionar que nadie es completamente feliz, de la misma forma que no es ser adivino afirmar que vamos a morir.

sábado, 5 de marzo de 2011

Clases de psicología del amor con Elsa Punset:


Hoy recurro a lo ajeno y os voy a dejar lo que explicó Elsa Punset en su sección de El Hormiguero en la que habló sobre el desamor, algo que a todos nos resultará familiar.

"El desamor es una experiencia universal.
Se calcula que un 99% de personas pasan por ahí en algún momento de su vida. Cuando estás intensamente enamorado se activan las mismas áreas del cerebro que cuando ganas mucho dinero o tomas cocaína. Estamos hablando de una adicción en toda regla. Generas dopamina, serotonina, testosterona porque hay deseo... Todo eso es la química del bienestar y sabemos que cuando el cerebro está a gusto pide más y más, y si te lo quitan tienes mono, te encuentras fatal.
Es difícil hablar de tiempos: hay expertos que dicen tres meses, otros tres años, pero lo que sí sabemos es que el desamor es una pérdida, y las pérdidas tienen fases. Es como una carrera de cinco obstáculos que hay que ir superando poco a poco.
Decía un poeta francés "Te falta un sólo ser y todo se despuebla". Esa es la sensación del desamor, que de repente no te queda nada.
La primera fase: la negación.
Al principio lo que haces es negar que tu amor se ha ido. En el fondo crees que volverá y es una forma, básicamente, de protegerte. El cerebro está en estado de shock. Este es el momento en el que coges una toalla suya, te pasas la tarde oyendo música empalagosa, oyes el ascensor subir a la hora en la que volvía del trabajo y piensas "va a entrar", o lo ves a todas horas por la calle y, cuando te fijas, te das cuenta de que no es. Y también hacemos muchas veces algo: llamar y colgar.
La segunda fase: la ira.
Reacciones y te enfadas. De hecho, los estudios dicen que la gente se recupera muchísimo más deprisa si pasa por esa época de pequeño enfado constructivo. Pero realmente hay que decir: "Hasta aquí hemos llegado, esto no me lo merezco. Fuera cepillo de dientes, fuera las cartas, fuera la camiseta, fuera la toalla, ¡fuera todo!".
La tercera fase: la negociación.
Ahora es cuando venderías tu alma para que él o ella regrese. Empiezas a reprocharte todas las cosas que has hecho mal o que no habéis podido hacer juntos. Se siente mucha angustia, y lo mejor que se puede hacer es hablar, aunque te duela.
La cuarta fase: la tristeza.
La tristeza es, básicamente, la sensación de soledad e incluso puede llegar a la depresión y el desamor es muy fuerte. Te sientes vacío. Es frecuente que te aísles, la vida no te interesa, no hay curiosidad, no hay ganas de vivir. Y el desamor te puede doler físicamente porque afecta a la misma zona del cerebro del cerebro que procesa el dolor emocional y físico. Sientes que tienes el corazón roto.
En Japón, cuando alguien es dejado, sus padres le ponen unos zapatos de dos tallas más pequeños, pues el cuerpo y la mente sólo atender a un dolor. Si estás pendiente del dolor de los pies, no puedes atender el dolor del desamor.
Pero es mejor comprender para transformar el dolor.
La quinta fase: resignación o aceptación.
Debemos comprender lo ocurrido, aceptarlo y sacarle partido. No será fácil: habrá momentos de nostalgia, la felicidad no vuelve de repente, pero lo importante es que estás mirando hacia delante, hay un poco de ilusión.
Una sugerencia de Antonio Damasio, uno de los padres de la neurociencia, es: una emoción negativa intensa se supera con otra emoción igualmente intensa pero del signo contrario. Es decir, busca activamente emociones positivas fuertes. Por ejemplo: haz cambios en tu casa, en tu peinado o apúntate a algo que siempre has querido hacer. Busca algo que te haga reír. Propóntelo como meta: serás más sabio y la siguiente persona que llegue a tu vida tendrá mucha, mucha suerte."

Cambiar.

Hay quienes dicen que es imposible cambiar la personalidad, la forma de ser.
Creo que podemos cambiar nuestra forma de dirigirnos a los demás, podemos mejorar nuestro carácter, nuestra forma de ver la vida, nuestras metas... Pero siempre queda, al menos, un resquicio de lo que un día fuimos, y eso implica también que quede algo de lo que antaño nos derrumbaba o resignaba.
Nuestro mayor daño en el pasado, puede seguir nuestro talón de Aquiles para el resto de nuestras vidas, y eso es difícil -que no imposible- cambiarlo.