domingo, 19 de diciembre de 2010

Diario de una chica sin nombre:

Los peces pueden morir por depresión.
Hoy, pues como todos los días, hay un vacío. No es un vacío completo, pues de buena mano lo sé, ya que he sentido peores. Pero es muy agobiante, como un vacío de aire en tu garganta y no consigues que salga la voz. Es el dolor de los recuerdos, la realidad, la situación. Un vacío en tu interior que no sabes cómo rellenar. ¿Es falta de una presencia en concreto? ¿Falta de palabras? ¿Falta de razones? Más bien, un cúmulo de faltas.
¿Has visto alguna vez en las películas a esos niños que empujan una bola de nieve hasta hacerla mucho más grande que al principio? Pues las faltas son así: tienes una bolita de nieve y conforme vas avanzando va aumentando su volumen hasta que supera dos veces tu tamaño y no la puedes sujetar. Entonces, rueda y rueda y no la puedes parar. Si tienes suerte, chocará contra alguien que pasé por allí y la conseguirá parar. Se hará añicos y verás al responsable como tu salvador. Adiós peso. Liberación.
En otras ocasiones, irá recogiendo más y más nieve en su camino de forma que cuando algún muro o persona se interponga en su camino, será tan grande que se habrá vuelto indestructible y cargarás con su peso sobre ti hasta que decidas tú ser quien se destruya.
Pues el vacío es igual: diferentes causas van haciendolo más grande hasta que parece que vas a caer al suelo. Puede que Él esté ahí: tu gran amor, el dios en el que crees, tu algo especial o un completo desconocido. Él podría recogerte, pero puede que no corras esa suerte y no haya nadie para sujetarte.
Ésto es como los peces, ¿no? Ellos pueden morir de depresión.
Los humanos también, sólo que no con tanta facilidad.
Supongo que somos menos sensibles o más cabezotas.

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