miércoles, 1 de diciembre de 2010

Lo que ocurrió a un hombre que por pobreza y falta de otra cosa comía altramuces.

"Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, de este modo:


-Patronio, bien sé que Dios me ha dado mucho más de lo que yo merezco y que en todas las demás cosas sólo tengo motivos para estar muy satisfecho, pero a veces me encuentro tan necesitado de dinero que no me importa dejar esta vida. Os pido que me deis algún consejo para remediar esta aflicción mía.


-Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, para que vos os consoléis cuando os paso esto os convendría saber lo que le sucedió a dos hombres que fueron muy ricos.


El conde le rogó que se lo contara.


-Señor conde -dijo Patronio-, uno de estos dos hombres llegó a tal extremo de pobreza que no le quedaba en el mundo nada que comer. Habiéndose esforzado por encontrar algo, no pudo hallar más que una escudilla de altramuces. Al recordar cuán rico había sido y pensar que ahora hambriento y que no tenía más que los altramuces, que son tan amargos y saben tan mal, empezó a llorar, aunque sin dejar de comer los altramuces, por la mucha hambre, y de echar las cáscaras hacia atrás. En medio de esta congoja y de este pesar notó que detrás de él había otra persona y, volviendo la cabeza, vio que un hombre comía las cáscaras de altramuces que él tiraba al suelo. Este era el otro hombre de quien os dije que también había sido rico.


»Cuando aquello vio el de los altramuces, preguntó al otro por qué comía las cáscaras. Respondióle que, aunque había sido más rico que él, había ahora llegado a tanto extremo de pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho de encontrar aquellas cáscaras que él arrojaba. Cuando esto oyó el de los altramuces se consoló, viendo que había otro más pobre que él y que tenía menos motivos para serlo. Con este consuelo se esforzó por salir de la pobreza, lo consiguió con ayuda de Dios y volvió otra vez a ser rico.


»Vos, señor conde Lucanor, debéis saber que, por permisión de Dios, nadie en el mundo lo logra todo. Pero, pues en todas las demás cosas os hace Dios señalada merced y salís con lo que vos queréis, si alguna vez os falta dinero y pasáis estrecheces, no os entristezcáis, sino tened por cierto que otros más ricos y de más elevada condición las estarán pasando y que se tendrían por felices si pudieran dar a sus gentes aunque fuera menos de lo que vos le dais a las vuestras.


Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, esforzándose, logró salir, con ayuda de Dios, de la penuria en la que se encontraba. Viendo don Juan que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribió unos versos que dicen así:


Por pobreza nunca desmayéis,
pues otros más pobres que vos vereis."


[El conde Lucanor, Don Juan Manuel.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario