domingo, 11 de septiembre de 2011

Ana:

- ¿Por qué haces esto? -intervino entre gritos de horror.
- Te estoy enseñando algo que deberías haber aprendido tú sola: si robas algo, aprovéchalo ya que no permites que lo haga su anterior dueño. Es de egoístas no apreciar lo que no tienen los demás, desgraciada -dijo entre dientes, con pura rabia y odio, un odio que fluía a través de todo su cuerpo hasta su mano, que apretaba el cutter contra la piel sudada de Andrea, trazando en ella letras. Siguió presionando para que la chica no se moviera y las letras quedaran claras en su pecho entre los gritos de socorro.
La droga acabó haciendo más efecto hasta dejar a Andrea sin las fuerzas necesarias para quitarse a Ana de encima, que terminó su dibujo con los dedos manchados de sangre. Sobre el lugar donde debía estar el corazón de Andrea se leían las palabras 'soy una ladrona egoísta' , manchadas de rojo y en carne viva, formadas con letras de líneas temblorosas.
Antes de que Andrea cerrara los ojos para descansar del dolor y del efecto de las drogas, Ana se acercó a su oído aún con la cuchilla entre los dedos:
- Bueno, Andreita..., ya sabes qué pasará si dices algo sobre esto, ¿verdad que sí? -dejó correr dos segundos, aunque sabía que no iba a contestar. Sus ojos estaban medio cerrados, su boca inmóvil y las lágrimas le corrían por las mejillas- Si la gente se entera de que no eres fiel a tu querido Raúl, ¡vaya!, ¿qué dirán? Y más teniendo en cuenta que, además, te gustan las mujeres, ¿verdad? -dijo con crueldad, fingiendo pena en su rostro, para regodearse más en su dolor. Luego acarició un mechón suyo- Si dices una sola palabra, te mataré.
Se levantó despacio, con cuidado de no rozar con la sangre la tapicería del sofá. Sacó de su bolsa, con mucha delicadeza de no manchar nada, el rollo de papel y estiró unos cuantos trozos para limpiar la cuchilla y a continuación, envolverla para guardarla. Con el resto de papel, limpió con delicadeza la sangre sobre el pecho de Andrea para luego humedecer otro pedazo y repetir el proceso hasta retirar el líquido que surgía de los cortes. Levantó las manos de la joven y revisó sus uñas para eliminar cualquier prueba de su carne bajo ellas. Recogió su material mientras repasaba todos sus pasos en aquella casa para comprobar no haber dejado más pruebas de su estancia allí.
- Adiós, Andrea. Espero que a tu novio le guste tu nuevo tatuaje -setenció con un susurro mientras sonreía a modo de despedida.
Salió con su bolsa colgada en el hombro derecho, a paso firme, dejando atrás el cuerpo rajado de Andrea, que ya había perdido el conocimiento. Sabía que Andrea no tendría el valor de contar qué había sucedido ese día, porque antes que su dolor, estaba su orgullo.

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